"Percibo que las fuerzas más importantes de mi vida
son cosas que no se ven".
son cosas que no se ven".
Cuando tenía siete años, subí acompañada de un amigo al último piso de un edificio. Al abrir la puerta de donde acababan las escaleras y empezaba la azotea, una luz blanca me deslumbró.El suelo, los barandales y todo lo que se encontraba ahí eran de un color blanco brillante. Un miedo inmenso se apoderó de mí, no me atrevía a pisar aquel suelo, pensé que si entraba en ese lugar no podría volver jamás, no encontraría la puerta de regreso y aquella blancura me comería lentamente. Fue una experiencia aterradora, inclusive más que cuando me he encontrado en completa oscuridad. Tu mente no puede estar en descanso, siempre pensando, en la muerte quizá.
El leer la parte del Ensayo sobre la ceguera, donde el primer ciego se ve envuelto de una espesa luz blanca, una ceguera blanca, me remitió a aquel sitio, a aquel momento, a aquellas sensaciones, a aquella azotea donde cada paso se volvía más insoportable, donde te movías lentamente, alzabas un pie y el camino hacia el suelo era eterno, imaginabas que frente a ti había un precipicio y que en cualquier momento sucumbirías ante él.
Se dice que para el hombre (entiéndase humanidad), todo exceso es malo; Mucho ruido, te deja sordo, mucha luz, te deja ciego.Y estamos ciegos sin estarlo, porque nos limitamos a cubrir las apariencias de los seres y de las cosas, llevándonos a un mundo consumista y donde uno se cree capaz de sobrevivir sin pensar en nadie más.
"Pero no se diga que es ciego quien así es capaz de ver"- José Saramago.
Estamos tan acostumbrados a ver, que lo realizamos de una manera automática casi sin pensar, tenemos los estereotipos bien definidos. No habrá que juntarse con aquel chico que viste con estoperoles y trae un peinado excéntrico, es peligroso; O con aquella chica que porta zapatillas color amarillo y cabello alisado a más no poder, es frívola y podría helarnos con solo acercarnos; Y mucho menos con aquel tipo que trae rastas, jeans rotos y playeras deslavadas, seguramente es drogadicto. Nos vamos poniendo barreras, no nos permitimos ver más allá de lo evidente, juzgamos sin saber lo que los demás piensan o sienten, hay que ir aprendiendo a ver con el alma y a escuchar con él corazón.
"Estamos hechos de una masa mitad indiferencia y mitad ruindad"- José Saramago.
Al perder un sentido, quizá el más importante de todos, la vista, invariablemente a lo que podría pensarse, todo se vuelve más claro, ponemos en marchas forzadas a nuestros demás sentidos, somos un imán de percepción. Nos percatamos de cuanto acontece a nuestro derredor, imaginamos formas y colores, recordamos, escuchamos matices de voces. Es curioso como un aroma percibido de manera accidental o una inflexión de voz nos pueden proyectar, de manera instantánea, hacia momentos anteriores de nuestra vida, y ese recuerdo nos puede salvar la vida, todo está en nuestra memoria, dentro de nuestro ser. Debemos aprender a confiar en nuestros instintos, cuántas veces hemos hecho caso omiso de ellos y nos hemos arrepentido. No hay reglas que se puedan seguir, se actúa por instinto y hay que ser valientes.
Muchos están ciegos pero aún así no quieren ver, no están dispuestos a ver, creen que así es mejor. Vivir la vida con una venda en los ojos, total si no ven es como si lo que estuviera frente a ellos no existiera. Ir por el mundo sin mirar es su mejor opción, pero al tener una venda en los ojos no podrán ver a ese niño que muere de hambre, a esa ciudad llena de escombros y muertos por la explosión de un misil recién arrojado, o, a esa familia durmiendo debajo de un puente y por lo tanto no podrán hacer ni un solo intento por remediar esa situación, ni siquiera una mínima acción. Son demasiado egoístas para darse cuenta del mundo en el que vivimos pero al privarse de estas imágenes también se privarán de ver aquel amanecer con colores violetas, aquel colibrí revoloteando sobre ese hermoso tulipán amarillo, aquella sonrisa de una pequeña al comer un helado de vainilla, se negarán a ver todo cuanto les rodea y se ausentarán de la vida pero no escaparán de la muerte, morirán felices de no haber visto la crueldad y terriblemente tristes de no haber podido ver la felicidad y la belleza. Y es que para poder ver lo hermoso, lo que nos llena el corazón de alegría, es necesario ver su contraparte, ver ese lado que nos hace un hueco en el estómago y nos cierra la garganta.
Mejor vida es morir que vivir muerto y nada se aprende realmente si no es a través del sufrimiento. Pero hasta en los peores momentos es posible hallar una ración suficiente de bien para que podamos soportar esos males. La ceguera, sin duda una terrible desgracia, puede ser relativamente soportable si buscamos una mano en la cual confiar, una voz dispuesta a guiarnos, un olfato que nunca nos defraudará o si estamos dispuestos a desprendernos de todo para encontrarnos a nosotros mismos, darnos cuenta de lo que nos rodea, no dejar de sorprendernos ¿Qué duele más… tener una pesadilla y temer que se haga realidad o tener un hermoso sueño y saber que nunca se realizará? Muerto y ciego, dejar de ver para empezar a observar. Imaginar, no perder ese don, cultivarlo y cuidarlo, aprovecharlo para hacer algo por el mundo en el que vivimos, regresarle un poquito de lo que somos y tenemos, a la naturaleza que nos da cuanto tiene sin pedir nada a cambio. Nacimos sin nada y moriremos de igual forma, lo único que podrá quedar como nuestro legado serán las cosas que hagamos, quizá un cuadro, un poema, una canción, por ello habrá que esforzarnos para trascender, para no ser olvidados. Hay veces que no es necesaria una experiencia tan drástica como caer en una ceguera para aprender a ver con el alma más que con los ojos. Hay muchas experiencias en la vida que nos van marcando, nos van dejando lecciones y nos van abriendo los ojos.Quizá al morir alguien muy querido aprendamos a vivir o al tocar fondo podremos alcanzar la cima. La vida está llena de analogías, dualidades por las que atravesaremos y será mejor hacerlo con los ojos abiertos y mirando hacia lo que está por venir, pero sin olvidar lo que ha pasado.
"Los que no han sufrido, no saben nada, no conocen ni el bien ni el mal, no conocen a la humanidad y ni se conocen a sí mismos"-Favelon.
Cuando un hombre verdadero ha atravesado los sufrimientos, los vicios, los errores, las pasiones y las equivocaciones del género humano, entra en lo eterno, en el espacio universal.
"Los ciegos no tienen nada a lo que realmente puedan llamar suyo" José Saramago.
Ensayo sobre la ceguera es una visión bastante agravada de lo que sería la vida si estamos dispuestos a seguir dejando de percatarnos del mundo y de nosotros mismos, nos invita a dejar de ver para empezar a observar. Si dejamos de observar, nos iremos convirtiendo paulatinamente en unos ciegos capaces de ver. Ser capaces de vivir como personas, ese es el reto.
"Una persona empieza por ceder las pequeñas cosas y acaba por perder todo el sentido de la vida"-José Saramago.